sábado, junio 26, 2010

Puente Pueyrredón

A César
...







Hoy tuve que elegir
entre quedarme en casa a escribir poesía
o ir a una marcha
al puente pueyrredón .

Un día como hoy
nublado con sol
Darío y Maxi
fueron dados de baja
en ese mismo lugar
el espacio que une
dos territorios:
la muerte
y el odio.

Me lo pensé bien
si ir, o quedarme,
mientras estaba cómodo
en mi ventana con edificios
y cielo gris plateado
un té colorado en una mano
en la otra, los retazos de palabras
que de pronto
ya no decían nada
eran garabatos digitales
en código binario.

El 33 fue veloz
como el andar decidido
del que se dirige a destino
nos paseó por laberintos
de chapa oxidada y mal pintada
hasta la tierra
que responde a dos reyes
cuyas pirámides ovaladas
se muestran al que llega
por vez primera
como el único atractivo turístico.

Pero nuestros corazones
no son vacacionantes
sino viajeros del dolor del hermano herido
y así caminamos
mirando la gente y la otra gente
que charlaba animada
reunida en torno a la pancarta
a lo indecible
a la furia contenida
a la prebenda prometida
a la ficha de asitencia del puntero peronista
al celular de la pendeja
al tipo con camisa y bigote setentista
a la que tiene un bebé colgado de su teta
al que está en un changuito mirando todo con asombro
el viejo borrachín,
el dirigente de segunda línea
el que hace mérito
el que simplemente camina
la que se desvela cada noche
en su cocina
la que vende los tapetes
en una tapicería
el que fuma y piensa en lo que hizo en el día
el que canta en la ducha siempre la misma melodía
el que piensa qué corta es la quincena
y qué buena está la quinceañera
el que tiene una pena tan larga
que la ha llamado la añera
la que cuando salga de la marcha
se va laburar de niñera
la que dibuja cosas de noche
y después las tira

en fin:
toda la fanfarria de
la sociología,
son malas melodías,
la que va es caminar
al lado de la gente que mira al frente
a la policía,
clavada demente sana in corpore corrupto
de ropa negra como la macana,
que mira diciendo
no pasarán nada putamadre
y la monada que agita
la memoria no se mancha
las banderas flamean
avivando algunas llamas
están las canciones y los gritos
de la política partidaria
están las disputas oscuras que
por adentro se traman
están los mates servidos
al compañero de al lado
están los nombres de los muertos
bendiciendo la concentración,
la masa,
que golpea primero
y golpea dos veces:
una por los que no están
y otra por los que vendrán.

Este día
recibí una lección de poesía
yo me iba a quedar en casa
a escribir versos
es decir, mentiras
y al final me escribieron
la espalda
con tinta china
once oraciones
como un rezo repetido
como un misterio:

hay más verdad
en una mirada sostenida
a un robocop japolicía
con palos y balas en su cartuchera
que en diez mil oraciones construídas
como fuegos de artificio
que no son más que
chispas de colores, pura imaginería
apenas una hebra
a la deriva
que se la lleva la brisa.





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