miércoles, mayo 05, 2010

Colectivos



Con una fría estaca
como único cuerpo de mi abrazo
veo pasar los colectivos
que no me tomo.

Allá van
mis compañeros de facultad
a buscar sus diplomas en el 152
otro que no distingo
lleva a los que yo miraba y nunca siquiera me miraron,
ese anda repleto y es el que más rápido
se esfuma,
en uno van las chicas que no conocí
después otro que tiene
a todos los amigos que se quedaron
agarrados de arandelas frágiles
está Ariel con su batería
zapando en una pieza
otro que pasa sus días rodeando el río
otro que me prestó un libro que nunca le devolví
aquel es la sociedad que nunca formé
y el disco que se quedó a la mitad.

En el 68 van sentaditas
aquellas que me querían llevar a vivir con sus casas
para ser el maniquí de sus vidreras,
otras que se escurrieron de mi cama
como bolsas de azúcar pinchadas,
esas que hicieron de mi un cine vacío,
otras que me dieron pétalos
y pétalos y pétalos y espinas,
otras que me dejaron algunas colillas
manchadas de tinta,
otra que llenó los floreros,
otra que los vació,
otra que me manda postales
me clava un abrecartas, abriéndome,
otra que se compartió ante mí
otra que besaba a otros en mis labios
esa me bebió y me transformó
en un envase retornable.

Todos, todos ellos
van vestidos
con mi ropa antigua, la remera de
Serú,
el traje de Karate
las medias de deportes
la raqueta Prince cobriza
leen mis libros de ufología,
ese cuaderno con ideas que quemé,
la saga de Lucky Star de Asimov,
que me compré en un canje y no leí
la strato que casi casi fue mía
tocada con la púa de Skay que perdí
llevan a los perros que murieron en mis brazos
que son dos y me ladran a veces.



Todas las líneas van
al museo al que nunca entré
al bar que soñamos con Cattaneo
a la iglesia donde me quise bautizar
al gimnasio que me anoté y nunca fui
al lago donde nunca remé,
a la calle donde con ella transé en lo oscurito ,
a la plaza donde me dejaste,
a la glorieta donde me hablaste del veneno
donde me rompí los dedos,
a la plazoleta en la que imaginé una novela,
a las facultades que abandoné,
al hospital donde me hice
radiografías, electrocardiogramas
sacándole fotos a mis huesos
midiendo los latidos de mi corazón
y me dan el certificado de defunción
en ese lugar donde
me entregan un papel que dice que estoy enfermo
que todo lo que abandono
ya no lo tengo dentro
se escapa por juramento
en carros de acero
ajenos
con humo que ahoga
hiriendo el pavimento.



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