viernes, marzo 12, 2010

La llama que llama

Por todas las luces que dejate en las esquinas
para que yo las hallara

Ay nena
encuentro tu luz
en cada esquina de Rosario
encuentro los paquetes
florecentes, incandescentes
fósforos encendidos que estallan
y brillan y callan
los junto uno por uno
los guardo en el bolsillo
el que tiene la
lapicera con tinta cargada
mi corazón, nena
late bajo esta remera
no se detiene ante las cosas pequeñas
es difícil de hacerle entender
las razones de las cosas
prefiere sentir mucho, hasta que arda
y haga la llama
brillante y redonda
amarilla, azul,
azufre que explota.

Todo ese fuego, nena
me da fiebre por las noches
camino dormido buscándote despierta
entre la gente indiferente.

¿donde estás, mi llamarada,
cerilla que me ilumina,
mi pequeña?

Acaso pueda darte
el calor de las hornallas
la raspadura de las cajas
para que te enciendas cuando es de noche
y las estrellas no alcanzan.

No hay nombres ni palabras
para esta fogata
sólo hagamos combustión
y mirémosla arder
hasta que, por fin, sea ceniza
o se vuelva a encender.


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