Los escapistas
Si alguien alguna vez pudiera escuchar esas palabras
sería para quedarse acurrucado ahí, para siempre,
pero cuando las decís
ya no estamos,
y mientras estamos todo es silencio.
Los escapistas tenemos una habilidad envidiable
para los que no pueden desatarse,
pero cuando corremos lejos y estamos solos
en algún rincón secreto,
extrañamos el frío de las esposas y de las cadenas,
necesitamos estar atados un rato
para volver a sentirnos lo que somos:
escapistas sin control.
Si yo puediera elegir ahora mismo,
ya,
en este sábado solo con el almuerzo y este sol
que no me alcanza para nada,
elegiría una cadena invisible,
que me atrape y yo no me entere.
No tener ganas de desatarme.
No sentir la necesidad de volver a salir corriendo.
No tener que despedirme nunca más.
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