sábado, octubre 31, 2009

Sábado de clase media



Los rayos de sol muestran la
revolución de las partículas
que se agitan en la luz
de la ventana del estudio.

El siseo del ventilador
los grillos de patio que
gritan desesperados
ensordecidos por el acostumbramiento de ser
la tarde es una calcomanía
cada sábado de clase media.

Los simpsons todo el día
es el sueño americano
tomar mate mientras
las preguntas se amontonan
donde no las miro
entre la bruma de las drogas
y el sincretismo religioso
los autos pasan por la calle
el teléfono no suena
tal vez algún mensaje
que habla de esta noche.

La tele sigue fijandose
en mí, mientras me muevo
por la casa
la computadora espera
que vaya a mirarla
de cerca
el timbre, inmóvil
a la espera
es el único aparato que precisa
de seres humanos para
funcionar en esta casa:

un niño travieso
un cobrador
un vecino inmiscuído
un mendigo que pide
auxilio
cualquiera puede moverlo
el timbre es como mi corazón
si alguien lo toca
suena cantarín
sino sigue en silencio
y desapercibido
da descargas cuando se moja
por la lluvia de febrero
es redondo y tiene un punto rojo
en el medio
que brilla cuando todo
está oscuro.

Que alguien venga y llame
este sábado de clase media
que alguien me lleve
me saque de mí mismo
hasta que el sol se haya ido
y la luna venga a darme
consuelo
narrando sus secretos
sólo para mis oídos.

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