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Pachamama
(de Emilse Orosco)
y me daba vuelta ante la tierna frase de mi abuela.
Todos los años nos despertaba temprano con ese té asqueroso, los primeros de agosto.
con el tiempo, ya era "una señorita", decía, dejó de insistir.
Más grande aún y sin ella en mis agostos, me di cuenta
de la ternura,
de que el té no era asqueroso
y de lo idiotas que podemos llegar a ser.
Ahora tomo mucho más que un sorbito,
tal vez por todos los que le negué.
pero hoy me lo preparo de la plantita que tengo al fondo,
y en ayunas, claro
ya sin nadie que me despierte con él,
pero con su imagen recortada sobre cada primer
y casi siempre fría mañana de agosto.
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